Ella, recostada sobre mí, dibujaba los vaivenes de mi respiración. Con una mano la abrazaba cálidamente y ella se sujetaba a mi brazo, sin dejarme. Podía sentirla, agarrada a mí. Con la otra mano, le señalaba el cielo. Ella miraba curiosa. Contemplaba hacia donde yo le iba indicando con el dedo. Le decía que aquellas estrellas formaban constelaciones. Que aquellas preciosidades llevaban allí millones de años, observándonos desde los principios de los tiempos. Le señalaba las pocas que conocía, para que las identificase. Se las describía y le contaba historias sobre ellas. Ella asentía, sin decir nada. Sin apartar su tierna mirada. Imaginándose todas mis historias.
... déjese llevar por la imaginación y navegue durante unos instantes por lugares maravillosos...
viernes, 22 de febrero de 2013
Un instante para siempre
Ella, recostada sobre mí, dibujaba los vaivenes de mi respiración. Con una mano la abrazaba cálidamente y ella se sujetaba a mi brazo, sin dejarme. Podía sentirla, agarrada a mí. Con la otra mano, le señalaba el cielo. Ella miraba curiosa. Contemplaba hacia donde yo le iba indicando con el dedo. Le decía que aquellas estrellas formaban constelaciones. Que aquellas preciosidades llevaban allí millones de años, observándonos desde los principios de los tiempos. Le señalaba las pocas que conocía, para que las identificase. Se las describía y le contaba historias sobre ellas. Ella asentía, sin decir nada. Sin apartar su tierna mirada. Imaginándose todas mis historias.
jueves, 21 de febrero de 2013
El abuelo
El leve crujir de la viga de la que cuelga tu padre me está sacando de quicio. Ahí lo tienes, balanceándose hacia adelante y hacia atrás, como si fuese un chaval. Ayer no hacía más que quejarse de mil dolores y ahora, míralo... Cariño, cada vez que venimos con los niños, tu padre se transforma. ¡Anda!, que alguien lo baje de ahí antes de que se nos mate.
El abuelo por Tony A. Fabeiro se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
martes, 19 de febrero de 2013
La rabia
Lleva horas durmiendo en su cunita como un ángel. Aunque no siempre ha sido así. Hace un par de horas, antes de que lo sedáramos, casi nos destroza el piso a mordiscos. Nos ha costado detenerlo y a mi, en medio del forcejeo, hasta me ha arrancado una uña. Al final, lo hemos conseguido, menos mal que vino Lucas a ayudarnos. Mírale ahora, como descansa. Quieto. Inerte... cuánto tiempo lleva ya... ¿Nos habremos pasado con la dosis...?
La rabia por Tony A. Fabeiro se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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