El leve crujir de la viga de la que cuelga tu padre me está sacando de quicio. Ahí lo tienes, balanceándose hacia adelante y hacia atrás, como si fuese un chaval. Ayer no hacía más que quejarse de mil dolores y ahora, míralo... Cariño, cada vez que venimos con los niños, tu padre se transforma. ¡Anda!, que alguien lo baje de ahí antes de que se nos mate.
Es verdad que se llenan de alegria, aunque a veces se vuelvan locos tambien jjjjjjjjjjjjjj adorables y entrañables abuelitos
ResponderEliminarSe transforman... No sé porqué... Pero algún día lo sabremos...
EliminarUn fuerte abrazo Isaboa
muy tierno este microrelato... felicitaciones
ResponderEliminarcarlos
Gracias Carlos. Muy amable. Un saludo.
EliminarTan escueto y tan real, como la vida misma, sí señor.
ResponderEliminar¡Vivan los abuelos felices con sus nietos!
...y por muchos años...!
EliminarGracias por el comentario. Un abrazo.
Ja ja ja...totalmente cierto!!!muy bueno!!!
ResponderEliminarun abrazo
Corto y real... Cierto y hermoso...
EliminarUn abrazo grande