—Y así, tontamente, acabé pegándome un tiro —terminé contándole a aquel extraño que acababa de
llegar al purgatorio, el final de mi relato, de mis días.
Imagen obtenida de la red. |
—Pues que cosas... Quién me iba a decir a mí que todo acabaría así.
—No entiendo, ¿qué quiere decir?
—Verá, me disponía a atracar la tienda de antigüedades, con aquel revólver, pero al final no tuve valor, lo dejé sobre el mostrador y me dispuse a salir de allí sin llamar la atención. De echo me crucé con usted. Después, según lo que me ha contado, usted y sus problemas cogieron el arma y jugaron a ver quien era más hombre.
La bala perdida
por
Tony A. Fabeiro
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buenísimo !!
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado.
EliminarUn abrazo Francisco
¡Qué bien! Cuentas mucho en muy pocas palabras. Felicidades!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Elena.
EliminarGenial! Desde la ironía tratas la muerte de un modo muy diferente a lo que entedemos po r este hecho.
ResponderEliminarUn saludo
Rosa.
Una situación increíble en el más allá... Quién sabe cuantas veces ha ocurrido.
EliminarMe alegro de que te haya gustado y es un placer verte de nuevo por aquí.
Un fuerte abrazo.